sábado, 1 de noviembre de 2014
Encarni Arcoya Alvarez. El diablo protector
– Querida, has de tener mucho cuidado esta noche. Las cartas lo ven, yo lo veo, pero
tú...
– ¿Yo qué? - Preguntó enfadada.
– Ese hombre no te hará nada bueno, has de alejarte de él cuanto antes.
– ¿Qué hombre? ¿De qué está hablando?
– Por favor, no te desvíes de tu camino esta noche. Pase lo que pase sigue caminando
y no escuches lo que te diga nadie.
Eve frunció el ceño ante las palabras de la adivinadora. Negó con la cabeza y se puso en
pie dejando el dinero sobre la mesa. Tenía que haberlo sabido; era una tontería pero todas
sus amigas del trabajo habían hablado tan bien de ella que le entró la curiosidad de probar
y saber si había algo que le deparara el futuro que ansiaba.
Y se equivocaba. Esa mujer no era más que otra farsante. Y encima la noche de brujas; ya
podía haber escogido otro día para visitar a una adivina. Lo más seguro es que ese día
todas las “predicciones” fueran así para dar más miedo a la noche.
Oyó el grito de la adivina y se volvió hacia ella. Ésta yacía en su silla apartada de las cartas
y mesa como si hubiera visto algo terrorífico. El peinado elevado que llevaba se le había
soltado y parecía una loca en lugar de una adivinadora, aunque las dos estuvieran a la par.
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