sábado, 1 de noviembre de 2014

Zygmunt Bauman. La sociedad sitiada




                                                               INTRODUCCIÓN


La sociología nació como un proyecto moderno, y como todo proyecto moderno, siguió desde el comienzo y a lo largo de toda (o al menos, de casi toda) su historia el rriple objerivo postulado por Comte: savoirpourprévoir, prévoir pour pouvoir. * La sociología apuntaba a conocer su objeto a fin de prever inequívocamente en qué dirección tendería a moverse: de ese modo, podría determinar qué hacer si se deseaba impulsarlo en la dirección correcta. Y el objeto a conocer, a analizar y eventualmente a moldear era la "realidad humana" -esa condición en la que (para retomar la famosa expresión de Marx) los seres humanos tomaban sus decisiones biográficas/históricas y de la que, sin
embargo, la condición en sí misma está exenta (y por esa misma razón se la llama "realidad")-. Precisamente, esa exención de todo poder de decisión fue el desafío planteado a la imaginación sociológica. Como la práctica moderna era un ejercicio de transgresión y trascendencia de los límites, todo lo que se resistiera al poder de decisión humano constituía una ofensa, un casus be/ti, y
un llamado a las armas. El propio objeto debía conocerse porque conocerlo era equivalente a desactivarlo. Despojar al objeto de su misterio era como robarle el trueno a Júpiter. Una vez conocido, ya no opondría resistencia; o al menos uno podría prever esa resistencia, tomar las precauciones del caso, y adelantarse al golpe. Es por esto que las misiones de reconocimiento son la condición sine qua non para forzar al enemigo a rendirse. La información es la mejor de las armas, y
cuanto más rigurosa y exhaustiva sea, más completa e irrevocablemente el enemigo, al hallarse despojado de sus secretos, perderá poder. Una vez conocidos, los que habían sido sus recursos se convertirán en una carga.


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